top of page
  • Foto del escritorMartha Patricia Pinzón Alarcón

LO QUE NO SE VE, NO SE DESEA

La frase del título es el impacto que recibí al ver la realidad de las mujeres árabes, que estaban haciendo turismo en Estambul. Pude observar de cerca la opresión con la que viven estas mujeres que siguen la tradición de la dominación absoluta del hombre.


Decidí emprender un viaje a Turquía con la ilusión de volar en globo aerostático en Capadocia, claro que cumplí este sueño, pero antes de este maravilloso vuelo, llegué a Estambul, la ciudad que comparte dos continentes, Europa y Asía.


A mi llegada al aeropuerto, encontré mi primer impacto social, ir al baño y encontrarme con letrinas, un hueco en el piso muy modesto, que me rehusé a usar durante todo mi viaje, me preguntaba si podría encontrar un baño normal, y sí, después de abrir cada una de las puertas, encontré que, por cada 6 letrinas, había un baño “normal”, pongo éste último en comillas, porque tenemos la costumbre de llamar normal, a lo que estamos adaptados o conocemos.


Durante el camino hacia el hotel, pude observar que Estambul era una ciudad caótica, y como no, si además de ser la ciudad más poblada de Turquía, sin duda es la ciudad más turística del país por su historia y cultura.


Una vez instalados en el hotel, recibimos una pequeña introducción para el tour, centrado en el vestuario adecuado que debíamos llevar las mujeres, sin embargo, al tratarse de un país que se ha dejado influenciar por las costumbres occidentales, las mujeres podíamos ser libres mientras no estuviéramos dentro de una mezquita (Lugar de oración para los fieles del islam).


El encuentro con la cultura turca fue en el centro histórico de Estambul, se veían la mayoría de mujeres con la cabeza cubierta, pero no siempre de negro, porque algunas de sus pashminas eran coloridas o con estampados, sin embargo, al adentrarnos en la mezquita de Santa Sofía y la mezquita Azul, me empezaba a sentir invadida por las mujeres totalmente cubiertas, que sólo podían mostrar sus ojos, o incluso algunas, tenían una malla que les permitía ver apenas la luz.


Fotografías cortesía de Beatriz Páez Villa. Estambul, Turquia. Junio 26 del 2019.


Eran mujeres en total sumisión, con la cabeza siempre inclinada, detrás de su hombre, o en compañía de otras mujeres en la misma situación. El guía nos explicaba que no eran mujeres turcas, sino turistas árabes, ya que en Turquía se tienen tradiciones, pero no son tan radicales. Por ejemplo, evidentemente al pasar el día en Estambul, en las calles sólo se veían grupos de hombres compartiendo en el parque, en la playa, en un café o restaurante, los hombres eran quienes atendían las tiendas o el comercio, pero no se veía ni una sola mujer, ya que ellas deben estar resguardadas en el hogar.


Para conocer un poco más, a las mujeres árabes se les priva de su libertad de mostrar su rostro en el momento de su matrimonio, están cubiertas de negro y sólo tienen derecho a mostrar sus ojos si su esposo lo permite, esto básicamente, al mandamiento “No desearás la mujer del prójimo”, y es cierto, “LO QUE NO SE VE, NO SE DESEA”.


Pero más allá de si están cubiertas o no, es el hecho, de que puedan salir, expresarse, encontrarse con un grupo de amigas, disfrutar de un día de sol, ir tal vez a la playa, o por qué no, el derecho a poder escoger de quién se enamoran o con quién quieren pasar el resto de su vida.


Para mí y por mi formación, estas mujeres estaban privadas de su libertad, eran esclavas y estaban a la merced de un hombre, incluso lo más impactante que vi, fue un hombre con al menos 5 mujeres, que por su estatura, forma de hablar y comportamiento, denotaban que eran niñas, y niñas menores de 12 años, totalmente cubiertas y caminando detrás de él. Eso realmente es amor? Eso realmente está bien? Preguntas que no tienen respuesta, y más pensamientos que llegaban a mi mente, en el sentido, de por qué sus familias seguían permitiendo que esto sucediera, cómo se podía entregar a una niña tan pequeña para ser sometida a una vida así?, por qué su mamá continuaba con esa tradición?, por qué no dejarle ver otras cosas? Por qué, por qué, por qué? Me gustaría que pudieran conocer el mundo, que conozcan la libertad, disfrutar de su niñez y puedan decidir qué hacer con su vida.


Será que al ver a las mujeres turistas como yo, con temperaturas de 37 grados, no deseaban quitarse esas túnicas negras, caminar libres, saltar al Bósforo, brindar, tomar de la mano al hombre que aman porque lo sienten, reír sin medida, hacer las cosas que desean, o simplemente decir, quiero trabajar, ganar dinero y recorrer el mundo. A su vez, pensar en poder tener contacto y hablar con ellas, que se puedan desahogar, porque sencillamente no podía con los pensamientos de su sufrimiento, del maltrato que vivían tanto psicológico como sexual, y no encontrar una alternativa de poder ayudarlas a escapar.


Como mujer, este tipo de cosas te afectan más, es triste ver la impotencia a flor de piel de no poder cambiar esa realidad, definitivamente deseamos vivir en el mundo ideal, pero debemos vivir en el mundo real, y por eso se viaja, para conocer estas culturas que nos permiten apreciar más la forma de vivir que tenemos.


Pero como no todo puede ser malo y negativo, me gustó ver casi al finalizar mi viaje, en la Provincia de Düzce, cuando el guía nos llevó al parque AYDINPINAR ŞELALESİ TABIAT, donde pude observar que las familias turcas pueden compartir de un día de parque haciendo asados y mostrando sonrisas, así como hasta toparme con una sesión de fotos de una novia. Igualmente, en la noche turca en Capadocia, tuve la oportunidad de bailar con los turcos, conocerlos más y divertirnos un buen rato.


Fotografía: Para los curiosos, al fondo podrán observar una novia tradicional turca.


Finalmente, como bien lo dijo mi guía, “EL AMOR SURGE”, si puedes crecer con la cultura de que se te asignará una pareja y el amor surgirá de alguna manera, ojalá surja la idea de poder liberar a las mujeres y que ellas puedan sentir el amor de verdad, el respeto, la tolerancia y el poder. Las oportunidades para ser felices son muy pocas, por eso, invito a las mujeres que si podemos seguir nuestro instinto y pensamiento, a continuar arriesgándonos a vivir nuevas experiencias que nos lleven a disfrutar de la felicidad que queremos para nosotras.


MARTHA PATRICIA PINZÓN ALARCÓN

17/07/2019

29 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page