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  • Foto del escritorMartha Patricia Pinzón Alarcón

LUGAR Y MOMENTO INDICADO, PARA DEJARSE SORPRENDER

¿No es maravilloso cuando estás en el lugar y momento indicado? Cualquier cosa puede pasar cuando nos dejamos llevar, permitimos que todo fluya, no planeamos nada y nos dejamos sorprender.


Esta historia en concreto, sucedió en Hamburgo, cuando no tenía un plan exacto, ni sabía qué lugares podría encontrar allí, es decir, no era como ir a ver la Torre Eiffel en París, o la estatua de la libertad en Nueva York, o el Coliseo en Roma.


Iba totalmente a ciegas a esta ciudad alemana, porque mi novio estaría una semana allí estudiando, y decidí alcanzarlo antes de dirigirnos a nuestras vacaciones. Decidido el viaje y el itinerario, logramos apartar dos días para conocer Hamburgo a nuestra manera y ritmo.

El primer día me encontré con una ciudad organizada, limpia, lujosa y majestuosa. Es imposible no comparar, y Hamburgo me mostró una cultura intachable en sus ciudadanos, dos ejemplos muy claros fue cuando llegué a la estación del metro y compré mi tiquete como todos lo hacían, sin embargo, me llevé la sorpresa de que no habían registradoras ni personal que estuviera pendiente del ingreso de los pasajeros, simplemente comprabas tu tiquete y entrabas al metro. Están acostumbrados a hacer lo correcto, saben qué deben comprar el tiquete del transporte que les prestará un servicio, y no hay necesidad de nadie supervise la compra o no de estos tiquetes.


Ahora bien, se imaginan si retirarán las registradoras y los policías que custodian las estaciones de Transmilenio?, sólo les dejo la pregunta, porque a mi regreso a Bogotá, evidencié que en varios SITP ya reforzaron la seguridad para evitar los “colados”, casi que sólo funciona para personas delgadas entrando de lado, además seguí observando la carrera de varios por cruzar las calles antes de que se cierre la puerta de las estaciones de Transmilenio. En conclusión, en Bogotá se arriesgan vidas por un pasaje, y en Hamburgo simplemente se sigue el sentido común y consciencia de estar haciendo lo correcto.


Otro ejemplo, es ver los carros de alta gama a toda velocidad, pero ser testigos de cómo es prioridad el peatón, a pesar de que el semáforo esté en verde, si un conductor visualiza que hay un peatón que necesita cruzar la calle, frena en seguida. Ahora vamos a la realidad, si en Colombia un peatón desea cruzar la calle, ni con la luz roja del semáforo puede tener la seguridad de cruzar. Es verdad, no se debe generalizar, pero hay una verdad, y es que siguen ocurriendo imprudencias de este tipo.


Tras recorrer las calles de Hamburgo, ir al Ayuntamiento, al puerto, pasar por el túnel de Elba, subir a la Iglesia de San Miguel para tener la mejor vista de la ciudad, y caminar 8 horas, logramos llegar a la famosa “Elbphilharmonie”, la Filarmónica de Hamburgo, uno de los iconos más importantes y modernos de la arquitectura de la ciudad.


Allí fue donde ocurrió la magia, eran aproximadamente las 9:00 p.m., y el sol resplandecía como nunca reflejándose en las ventanas azules del imponente edificio, que por el color azul y las ondas que dan su forma, parecía que sobresalía una gran ola del rio Elba.


Fotografía: Elphilharmonie. Hamburgo, Alemania. Junio 22 del 2019.


Al ingresar, caminábamos lentamente por el balcón del piso 7 que es el mirador del puerto, y empezamos a pensar si podíamos entrar a un concierto, que podría ser una experiencia única, pero que se veía lejana. Entonces decidimos esperar el atardecer y devolvernos a buscar al lado opuesto el sol, y fue justo en ese momento que nos encontramos con una pareja de esposos polacos que me detuvieron mostrándome dos hojas con un código.


No les entendí nada, sólo respondí “¿English?”, cuando logré traducir lo que me decía el señor, volví a repetirlo incrédula “¿Me está diciendo que si quiero entrar al concierto?”, él me decía efusivamente “Yes, yes, yes”, su esposa incluso se tomó una foto con nosotros cuando les dijimos que eramos de Colombia. Era una pareja bastante entusiasta y tras la barrera idiomática, las señas, las sonrisas, el “no lo puedo creer”, desperté del shock y descubrí que estábamos en el lugar y momento indicado, esta pareja de escoses tenía dos entradas para el concierto y nos las estaban regalando.


Así es, ellos venían conduciendo de Berlín para el gran concierto, que sólo se conseguían boletas reservando con aproximadamente un año de anticipación, y sus dos amigos no lograron llegar y ellos tenían las boletas libres. Que por qué nos eligieron entre tantas personas que estaban allí?. No lo sabremos, pero lo que si sabemos, es que nos sentimos los más afortunados en ese momento.


Ellos se fueron y nos entregaron las dos hojas, cuando revisamos era en el piso 15 y la función era a las 7:00 p.m., miramos la hora y como buenos colombianos desconfiados, dijimos “debió ser una broma”, pero mi instinto conspiró y quise subir hasta el piso 15 e intentar entrar. Una vez en el piso 15, observé que estábamos con el dress code de turistas, y no con el vestuario adecuado para una gala de un concierto del nivel alemán, pero eso no me detuvo, llegamos a donde los de registro y sin duda nos saludaron muy amables, pasaron el código y nos dieron la bienvenida.


Como son tan organizados, no pudimos entrar inmediatamente, tuvimos que esperar un aplauso que nos permitiera entrar y no interrumpir por ningún motivo la armonía del concierto con nuestro ingreso. Después de 20 minutos eternos de emoción por estar allí, logramos entrar. Quién podría imaginarse conseguir una boleta para la filarmónica en último momento y gratis.


Si han hecho cálculos, casi entramos sobre las 9:45 p.m. aproximadamente, y el show se acababa a las 10:00 p.m., los aplausos que escuchábamos eran de despedida de la orquesta, pero uno de los artistas decidió dedicarnos una última canción en piano, que permitió que sintiera la música en un lugar que fue creado para venerarla. Sí, entramos en último momento, pero no permitimos que esa emoción se bajará, estábamos dentro, donde muy pocos turistas logran entrar, sólo se podía observar alemanes de la elite con sus trajes sofisticados disfrutando de la cultura que los caracteriza. Sólo escuchamos una canción, pero fue suficiente para obtener una alegría que siempre recordaremos y nadie nos quitara.




Al día siguiente volvimos para ver la puesta de sol y aún seguíamos atónitos por lo que había pasado el día anterior, definitivamente el dar gracias nos permite ver lo afortunados que somos.


Nunca dejen de creer, de dejarse sorprender, de entender que hay personas buenas, y sobre todo de recordar esos momentos donde has sido feliz por estar en el lugar correcto. Cada decisión que tomamos nos lleva a un momento definitivo, que puede cambiar nuestras vidas, hacernos más felices, o arreglar un problema. Yo sólo tomé la decisión de regresarme, y logré obtener un recuerdo para toda la vida. Las cosas buenas pasan, y nos pasan a todos, sólo atraigan lo bueno y permitan que las sorpresas lleguen a su vida.


MARTHA PATRICIA PINZÓN ALARCÓN

24/07/2019

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